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Pokémon Go - impresión final

Caminamos móvil en mano para llegar a ser el mejor, el mejor que habrá jamás.

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Me confieso un gran fan del fenómeno Pokémon desde que llegó a España, cuando tenía apenas doce años. Ahora, casi a punto de cumplir los treinta y trabajando para una empresa de juegos y aplicaciones móviles, siento como algo muy especial mi relación con Pokémon Go. Por un lado, este nuevo juego para el móvil se siente como un sueño hecho realidad, pues consigue trasladar de forma muy efectiva las sensaciones que transmiten las ediciones regulares de Pokémon al mundo real, obligándonos a salir a la calle a buscar Pokémon y a entablar batallas. Por otra parte, puedo entender el terremoto que supone para el mercado móvil el lanzamiento de un producto así, que en su primera semana de vida ha conseguido coronarse en el Top 1 absoluto tanto de descargas como de ingresos en la App Store, y va camino de repetir la hazaña en Google Play. Si las cosas siguen así, podemos estar hablando de unos ingresos muy superiores a los de cualquier lanzamiento en consola, del orden de varios millones de dólares mensuales. Toda una nueva gallina de los huevos de oro para The Pokémon Company.

En el momento de escribir estas líneas, Pokémon Go tan sólo ha aparecido de forma oficial en los mercados de Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda (han escalonado el lanzamiento a países de prueba y luego al principal mercado mundial), y todavía no hay fecha para su salida oficial en Europa. Sin embargo, hay otras vías para probarlo en España. Es posible descargarlo en iOS utilizando una cuenta de iTunes extranjera, y en Android descargando e instalando la APK correspondiente.

Pokémon Go es un juego verdaderamente único. Se vale de la tecnología GPS para ubicar nuestra posición, e indicarnos dónde podemos encontrar pokémon y lugares de interés en nuestra localidad. Y mediante la realidad aumentada podremos contemplarlos bastante bien integrados en nuestro entorno, con un detalle gráfico que ya quisiera para ellas cualquier entrega portátil. El resultado es extraño, porque de alguna forma consigue trasladar la ilusión de que el mundo Pokémon y el nuestro se han unido de forma sutil. "Vamos mejor por esta calle, que hay una Poképarada", "De camino voy a pasar por el parque, porque allí hay muchos pokémon", son frases que podemos terminar diciendo si usamos con frecuencia la aplicación.

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En nuestro paseos podremos tener tres tipos de encuentros, los pokémon salvajes, las Poképaradas y los gimnasios. Por un lado, los pokémon aparecen en zonas calientes señaladas en el mapa con unas hierbas en movimiento, y que suelen coincidir con las zonas verdes de nuestras ciudades. Las especies que allí aparecen son más o menos aleatorias, y dependen, al menos en parte, del nivel de nuestro entrenador. El juego no se molesta en aclarar cómo funciona, pero en ese misterio radica parte del encanto. Una vez haya aparecido uno en nuestras cercanías, podremos pulsar sobre él en el mapa y entonces comenzará la fase de captura. Se trata de un minijuego en el que tenemos que acertar con nuestra Pokéball al objetivo, y con suerte, lo capturaremos. Una vez en nuestro poder, se registrará en la Pokédex (que en principio sólo cuenta con los pokémon de la primera generación, los 150 originales), y veremos la nueva pantalla de estadísticas. Mucho se han simplificado las cosas, así que nadie espere encontrarse un título tan hardcore como los de Nintendo 3DS. La estadística principal son los Puntos de Combate, los cuales equivalen al nivel de la criatura. Para mejorarla, podemos invertir caramelos en aumentar sus Puntos de Combates o en evolucionarla. Los caramelos son únicos por cada especie, por ejemplo, con los caramelos Pidgey, podremos mejorar tanto a Pidgey como a sus evoluciones. Y éstos sólo se obtienen capturando a más Pokémon de esa especie y canjeándolos por caramelos. Así que para tener un buen Pidgeot, tendremos que capturar unos cuantos Pidgeys por el camino.

Pero las Pokéballs no son infinitas. Para conseguir objetos tenemos dos vías muy claras. O pagar dinero real en la tienda dentro de la aplicación, o visitando las Poképaradas que podemos encontrar en lugares destacados de nuestra localidad. Estas Poképaradas pueden ser cualquier cosa, desde una iglesia a un graffiti llamativo, una fuente o una estatua. Al estar cerca podremos adquirir un puñado de objetos, como Pokéballs, Pociones, Inciensos o Huevos. Las Poképaradas ayudan así a rebajar la presión económica del Free To Play hacia el jugador, quien podrá compensar la falta de pagos con paseos y caminatas.

Hay una buena selección de items que iremos descubriendo poco a poco. Destacan los Huevos de la Suerte, que aumentan la obtención de experiencia durante media hora, o los Inciensos, que atraen temporalmente a los pokémon de la zona a nuestra posición (ideal si no tenemos ganas de salir de casa). Por otra parte, podremos incubar Huevos de Pokémon para que nazcan después de andar unos kilómetros, igual que en las ediciones originales de consola.

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La última mecánica de juego que encontramos en Pokémon Go son los gimnasios. Cuando nuestro entrenador alcanza el nivel 5, puede unirse a una de las tres facciones que luchan por el control de los gimnasios del mundo. Los gimnasios son paradas especiales que pueden estar bajo la bandera de una facción. Si llegas a un gimnasio tomado por otro equipo, puedes competir contra los pokémon que allí han dejado, y si los derrotas puedes reclamar el gimnasio para tu facción, así como dejar allí a uno den los tuyos para que lo defienda. En cambio, si el gimnasio es de tu equipo, puedes entrenar a los Pokémon allí y subir el prestigio del gimnasio para que sea más difícil de tomar.

El tráiler promocional de Pokémon Go nos dejó con la boca abierta por las premisas que nos dejaba atisbar. Ahora bien, en el producto final que hemos podido probar hasta el momento, algunas de esas promesas no se han materializado. La versión actual no cuenta con ningún método para intercambiar pokémon con los amigos, ni para combatir contra ellos. Además, los Pokémon legendarios no aparecen por ninguna parte, señal de que se los reservan para algún evento especial a futuro. Probablemente este tipo de características terminen llegando, y crucemos los dedos para que lleguen a tiempo para el lanzamiento mundial de la aplicación. El juego apenas está explicado, y confía plenamente en el boca a boca y en la experimentación para llegar a entenderse. La interfaz de usuario es minimalista y simple como el de una aplicación de móvil, muy lejos del estilo más recargado y colorido de las ediciones de portátil.

Con todo, da la sensación de que Pokémon Go está en pañales, y de que en los próximos meses deberíamos ver aparecer una sucesión de actualizaciones que añadan profundidad a un juego que, de no renovarse, quedará relegado a mera curiosidad en cuestión de semanas. Aunque dado el fortísimo arranque que ha tenido, resulta poco probable que lo abandonen en este estado y lo más seguro es que no tardemos en ver todas esas promesas hechas realidad. Parece que la gran aventura pokémon justo acaba de comenzar.

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