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Análisis de Pokémon Go

¡Corre! ¡Hay un Vaporeon detrás de ti!

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No tiene mucho sentido separar el fenómeno social que ha provocado Pokémon Go del juego en sí. Evaluando la app de móvil por separado, al margen de la marca y de todo el interés que ha atraído, podemos decir que es un producto correcto y original, pero con deficiencias y carencias que lo convierten en principio en un título poco destacable. Siguiendo por esa senda, podríamos dedicar un rato a quejarnos de la inestabilidad del servicio, de los bugs y de las inexcusables ausencias de características que forman parte del ADN de Pokémon. Sin embargo, las quejas por problemas temporales carecen de relevancia si dirigimos la mirada más allá de la pantalla de nuestro móvil y observamos la imagen completa. La de un fenómeno global que parece estar en todas partes, allá donde mires.

Hagamos un experimento. Salgamos a la calle y dirijámonos al gimnasio que está más cerca de tu casa. ¿Qué ves? ¿Te has fijado en esos dos chicos que están mirando el móvil? Son entrenadores. Y son los que están peleando por conquistar el gimnasio junto al que estás. Mira a la otra acera, junto al parque. Allí hay más entrenadores. Están intentando atrapar a ese Ekans que también aparece en tu pantalla. Puede que sean ellos los que han colocado el cebo en la poképarada.

¿No sientes que el mundo real ha cambiado un poco?

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Cada videojuego crea y utiliza sus propios espacios, ya sean reinos de fantasía, circuitos de carreras o ciudades futuristas. Esos espacios son los que dan sentido a las reglas del juego, y por muy distintos que sean entre sí, todos ellos, desde el fondo negro de Asteroids hasta los soleados prados de Zelda comparten una misma naturaleza: son espacios virtuales, que sólo podemos percibir desde nuestro dispositivo. Sin embargo Pokémon Go consigue con gran acierto algo a priori imposible con la tecnología actual, transmitir la sensación de que la acción ha sido llevada del videojuego al mundo real. Pokémon Go se adueña de la realidad y la convierte en su espacio de juego.

Parece exagerado afirmar que este juego sea el primero en lograr algo parecido. Pokémon Go no es la primera app de móvil que juguetea con las posibilidades de combinar reglas de juego con mapas y GPS, y ni mucho menos es pionero en el uso de la realidad aumentada. Estas tecnologías hacen bien su trabajo a la hora de solapar ambos mundos, pero la salsa especial que ha añadido Pokémon Go no es tecnológica ni jugable; es social y cultural.

Pokémon es una marca con un profundo arraigo en la cultura de toda una generación. Lleva con nosotros más de veinte años y toda una generación de jugones y no tan jugones hemos crecido con ella. Personalmente, en las últimas semanas me he sorprendido hablando largo y tendido sobre Pokémon con gente de toda clase de perfiles y edades, confirmándome que la huella de esta franquicia en la sociedad es más grande de lo que podía imaginar. Así, es fácil entender el impacto tan masivo que ha tenido esta aplicación. Recordemos que se ha posicionado como la app móvil más descargada durante estas últimas semanas en todos los grandes mercados, así como la que más dinero ingresa día tras día. Estamos hablando de que hay más gente bajándose Pokémon Go que instalando Facebook, Twitter o WhatsApp en sus móviles. En términos globales el éxito ha sido arrollador. ¿Cómo ha sido posible esto?

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Pokémon Go llega en el mejor momento y ha aterrizado en la mejor plataforma. Millones de personas conocen a estas criaturas, y guardan bonitos recuerdos de ellas, ya sea por su experiencia con el anime o con los juegos de consola. Y aunque no todo el mundo tiene una Nintendo 3DS para disfrutar de sus últimas ediciones, sí que tiene un móvil en su bolsillo que puede ejecutar Pokémon Go (aunque algunos a duras penas, todo sea dicho). Y con una base de jugadores tan inmensa, ¿cómo no nos vamos a encontrar casualmente por la calle a otros entrenadores capturando pokémon?

Cuando eso pasa, de repente el juego deja de ser una simulación en tu pantalla y adquiere otra dimensión. Los jugadores de tu zona están ahí, puedes verlos andando por la calle, compartiendo las zonas de aparición de los pokémon, aprovechando las poképaradas y combatiendo en los gimnasios. Si quieres, puedes unirte a ellos, o incluso organizar quedadas con tus amigos para hacer una batida de caza o tomar un gimnasio de otro equipo. Participes como participes, terminas formando parte de esa ilusión. Y para otra persona, tú serás ese entrenador anónimo al que ve capturando pokémon con sus amigos en un banco del parque o con la bicicleta a cuestas. Inconscientemente, estás reforzando la sensación de que los entrenadores y sus pokémon están desplazándose al mundo real.

Es difícil imaginar que algo así pudiese pasar con una franquicia distinta. Porque para lograr la ilusión de que ambos mundos se fusionan, es necesario que mucha gente al mismo tiempo quiera ser partícipe de esa fantasía, y eso sólo podría lograrlo una marca del calado social de Pokémon.

A la hora de escribir este texto, soy consciente de que Pokémon Go es un juego como ningún otro. Transmite sensaciones distintas a nada que haya visto antes, y es tremendamente inclusivo. Al deshacerse de las complejas reglas de las ediciones de consola, resulta intuitivo para cualquier persona. Al fomentar las actividades al aire libre, favorece la sociabilidad. Al poder hacer fotos a los Pokémon posando en nuestro entorno, se vuelve tremendamente viral en internet. Por estos y muchos otros motivos, Pokémon Go se ha convertido en un fenómeno mundial que durante estas semanas ha captado la atención de toda la sociedad.

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Y sí, sabemos que el juego está bastante bien, pero en este momento tiene sus limitaciones. La incógnita está en qué hará Niantic para darle vidilla una vez que tengamos la pokédex bien llena y los gimnasios estén copados de Dragonites y Vaporeons con 3000 CP. La clave estará en las nuevas posibilidades jugables, como los combates locales y los intercambios, pero los eventos especiales para capturar Pokémon ultra raros se llevarán toda nuestra atención. Y después deberían llegar los siguientes 100 Pokémon de la región de Johto. Si la desarrolladora juega bien sus cartas (y más les vale, dado el dinero que está ingresando la app), tendremos Pokémon Go durante años. Al ser un juego de móvil, con un ciclo de actualizaciones previsiblemente rápido, no podemos valorarlo por lo que le falta sino por lo que puede dar de sí. Y con el arranque tan fuerte que ha tenido, su potencial para crecer es enorme. No podemos imaginar lo que será Pokémon Go de aquí a seis meses.

Vaya, al final, he llegado al último párrafo de este análisis sin dedicar una sola palabra a las mecánicas de juego, a los gráficos ni a ningún tema técnico. Juro que es la primera vez que me ocurre. Igual que nunca antes me había sorprendido un Rattata en mi salón. Desde hace unas semanas esos bichos están en todas partes. Habrá que dar buena cuenta de él a golpe de pokéball.

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08 Gamereactor España
8 / 10
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Si te dejas llevar, consigue crear la ilusión de que los pokémon están entre nosotros. Los pokémon de primera generación conservan su encanto incluso después de todos estos años. Nunca has jugado a nada igual.
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El servicio todavía sufre de cortes y retrasos. Muy limitado en posibilidades y contenidos. Aún no tenemos interacción directa entre jugadores. Seguimos a la espera de que aparezcan los esquivos pokémon legendarios. ¿Cuándo aparecerá Mewtwo?
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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